jueves, 8 de marzo de 2012

A mis hermanas de género


Como cada 8 de marzo conmemoraremos del Día Internacional de La Mujer Trabajadora, en este día se recuerdan las luchas de cientos de mujeres que han dejado sus vidas por la conquista de sus derechos laborales, pero sobre todo por el reconocimiento y el respeto dentro de sus respectivas sociedades.

Esta conmemoración reivindica a uno de los sectores de la sociedad que más han sufrido los embates del sistema neoliberal, es decir, las mujeres proletarias, quienes día con día tienen que hacer esfuerzos sobre humanos para sacar adelante a sus familias.

Estas mujeres han sido las victimas constantes del entorno social reinante, en el que el patriarcado, de la mano y alimentándose siempre con el capitalismo, impone su ley. La violencia sistemática que viven las mujeres de las clases proletarias, además del ámbito doméstico, se ve reflejada en el centro laboral, donde la mayor parte de las veces lo que se ve son tratos denigrantes hacia la mujer, los cuales pueden ir desde jornadas laborales que sobrepasan las horas estipuladas en la ley (sin que se les retribuya económicamente el tiempo extra que laboran), hasta ser vistas y tratadas como meros objetos sexuales por parte de sus compañeros masculinos. Además de que la mayor parte son víctimas de maltrato sicológico por parte del patrón, esto por supuesto, vulnera la dignidad de las mujeres como seres humanos.
                                   

A diferencia de los hombres, estas mujeres cubren dobles jornadas de trabajo, una en sus centros de labores, en la que en la mayoría de los casos perciben salarios muy inferiores respecto a sus compañeros masculinos; y otra en el ámbito doméstico, ya que son ellas quienes prácticamente llevan en sus hombros el peso del hogar.

El trabajo que realizan en el hogar nadie se los remunera, ya que se considera como una obligación prácticamente exclusiva de la mujer, nadie reconoce el gran esfuerzo que esto implica; pero muy diferente resulta cuando un hombre ayuda a la mujer con alguna labor en el hogar, aunque sea mínima, entonces el hombre es visto prácticamente como un “héroe” realizando una labor extraordinaria, cuando lo que debería ser es que, como parte de la cotidianeidad de las familias, el trabajo domestico sea una responsabilidad compartida en partes iguales.

El trabajo doméstico realizado por las mujeres es un aporte más a la economía del hogar, por la tanto aquí ya estamos hablando de una doble aportación que estas trabajadoras realizan para poder sacar adelante a sus familias, y en compensa lo que reciben es un ambiente de violencia en sus hogares.

El pensamiento machista en nuestras sociedades, obliga a miles de mujeres a vivir una explotación laboral constante, en la que no se les reconocen los más mínimos derechos como ciudadanas, mujeres y trabajadoras.


        
Es momento ya de dejar de ver el 8 de marzo como una efeméride más en nuestro calendario. Ha llegado la hora de que nuestras sociedades asuman a las mujeres como entes activos del desarrollo social.

A pesar de que la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora surge como una demanda que reivindica la lucha constante de las mujeres proletarias, los gobiernos neoliberales se han apropiado de esta fecha para lavarse la cara y hacer de este día una celebración frívola nada más, por ello nos corresponde a nosotras, las mujeres trabajadoras, recuperar este día, que es solamente nuestro, recuperarlo para seguir peleando por nosotras, por nuestras familias y por nuestras sociedades.

Este 8 de marzo, las mujeres trabajadoras seguimos aquí, con el puño en alto luchando en contra del neoliberalismo y del patriarcado, por un mundo sin diferencias de clase y de género.

Gracias a Natalia (Valladolid))  por el texto enviado.

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