miércoles, 19 de septiembre de 2012

Fascismo en nuestras instituciones. Documento filtrado.

En los últimos meses se ha observado una cadena de criminalización de la protesta social sin precedentes en España desde época de la dictadura franquista. Las agresiones a manifestantes se han multiplicado, y la finalidad es muy clara, disuadir sin el menor escrúpulo, en una clara muestra de psicopatía y cinismo. En este contexto, se ha filtrado que un mando del órgano represor catalán (los Mossos), David Piqué, posee incluso un manual  personal de actuación en manifestaciones, en el que él mismo habla de esperar a que los actos violentos sean graves o incluso provocarlos “para que la actuación de la policía sea aceptada socialmente”. Esta estrategia, según  fuentes jurídicas consultadas, supone delito de prevaricación.
Este “señor”, por llamarlo de alguna manera, que en la pasada huelga general llamó “ratas” a todas aquellas personas que salieron a la calle para defender sus derechos laborales frente la tiranía del capital, es una buena demostración de la clase de sujetos autoritarios, psicópatas y semi-nazis (psicópatas en el poder) que forman el mando de la policía catalana… Piqué llamó a la alerta social en su discurso filo-fascista, precisamente el  dia después de los altercados del 29M, con seis manifestantes detenidos y varios mossos infiltrados provocando destrozos y agresiones.

Piqué, a lo largo de 37 páginas de su proyecto final del máster en Políticas Públicas de Seguridad organizado por la UOC detalla cómo conseguir acabar con las activistas antisistema y, incluso, apunta métodos claramente ilegales. Tras destaparse este documento, en menos de 48 horas lo “privatizaron”, o sea, que ya no se puede acceder a él sin autorización. Pero para que podáis comprobar algunas perlas, os ponemos aquí algunos extractos de él:

pág. 28-29 “ Incluso si la concentración o manifestación, que es lo que estamos hablando, no se prevé bastante violenta, se puede llegar a provocar un poco, con detenciones poco justificadas y nada pacíficas unos días antes para calentar el ambiente. También se pueden hacer “redadas” preventivas a los  lugares donde se encuentran habitualmente personas cercanas a la ideología de los convocantes con la excusa de buscar drogas o lo que sea necesario.
La ’’redada’’ estará especialmente  mal hecha y con trato humillante para encender más los ánimos, si es necesario.
La consecuencia previsible de estos comportamientos previos y el diseño del  dispositivo policial, es que acabará con una “batalla campal”.

Además de la estrategia previa, en cuanto algún grupo descontrolado empieza las acciones violentas, las unidades de policía ni se mueven y cuando la violencia empieza a ser generalizada, la actuación policial se retrasa deliberadamente hasta que los daños producidos son socialmente inaceptables. Es entonces cuando se producen las cargas policiales que en ningún momento quieren ser disuasoria, no se disimula.
Se va directamente contra los manifestantes, que ya son considerados vándalos, y se les ataca con suficiente velocidad para que no dé tiempo a la fuga y se provoque el enfrentamiento físico.
En este estadio, los manifestantes atacan a la policía con todo lo que tienen y que les ha dejado tener, realmente se están defendiendo, pero no lo parece. Han sido acorralados. La violencia entre agentes y manifestantes se desata, se personaliza y se descontrola.
Es lo que se quiere. Comienzan a aparecer víctimas inocentes – daños colaterales se dice ahora- Los que han rehuido el enfrentamiento, se encuentran con el resto de unidades policiales que los cierran el paso y que no hacen detenidos – prisioneros -, la dispersión no es voluntaria , es a golpe de defensa (porra) y cualquier atisbo de resistencia es contestada con contundencia exagerada y detenciones masivas.
En las batallas de la antigüedad, era cuando se envía a la caballería a perseguir a los que huían mientras la infantería extermina a los que se han rendido en el campo de batalla.
Esta táctica no es exclusiva de regímenes totalitarios, también se da con demasiada frecuencia en muchas democracias occidentales. Quizás puede ser debido a dos factores: Una estrategia política que no considera otra opción que no sea la visión del problema como un conflicto de orden público y el otro, en la que se encarga el control de la calle y los manifestantes / activistas a unidades policiales poco disciplinadas, vengativas y provocadoras.

pág. 25-26 “Los grupos antisistema en general, saben que, por diferentes motivos, sus acciones tienen más repercusión social y mediática si se desarrollan en ciertos espacios. Por contra, estos espacios – los más abiertos – son los más desfavorables (para los antisistema) desde el punto de vista de táctica policial. Nos referimos a l’Eixample, parte de Sants o cualquier terreno abierto que permita una rápida movilidad de los efectivos policiales. En la teoría militar clásica, sería la capacidad de movilizar por los flancos la caballería o unidades de infantería ligera.
Como decíamos antes, Sun Tzu era partidario de ganar sin combatir y eso se podía conseguir mediante diversas estrategias y la que siempre ha tenido más éxito, ha sido la de, “quién rodea al enemigo, vence”. [...] Los casos más estudiados son los de la batalla de Cannas donde Anibal derrota al ejército romano dirigido por Cayo Teracio Varrón y el de la batalla de Alesia donde Julio César venció a los galos definitivamente e hizo prisionero a Vercingetórix[...]
Volviendo a la táctica policial del primer terreno – abierto – y con fuerza policial suficiente. En este caso, no se quiere reprimir los disturbios ni detener a los infractores, sencillamente se evita. Eso se consigue limitando extraordinariamente la capacidad de movimiento de los manifestantes rodeándolos totalmente.

Eso se realiza en el momento de la concentración que, como se sabe dónde se realizará, ha permitido hacer un filtro de malla fina en los puntos de paso obligado por el punto de encuentro. El objetivo del filtro es el mismo que en el modelo Klausewitz, requisar objetos peligrosos de cualquier tipo – porque después habrá  contacto físico – y evitar el anonimato. A partir de ese momento, los concentrados ya saben que la manifestación irá por donde la policía quiera y durará hasta que los manifestantes decidan dispersarse. Esta dispersión se hace lentamente, dejando  salir a las personas poco a poco y en grupos muy pequeños para evitar el reagrupamiento fuera del círculo.
En estas situaciones el sentimiento de frustración e impotencia de los manifestantes es muy alto y a  menudo generan reacciones violentas de algunos individuos cuando son conscientes que han perdido toda capacidad de iniciativa. Estos momentos son delicados y es necesario que los agentes de primera línea eviten las provocaciones individuales o los intentos colectivos de romper el círculo.
Pensemos que los policías están a menos de un metro de los rodeados. El objetivo no es hacer detenciones,  solo inmovilizar. La sensación de derrota entre los manifestantes, es muy alta y moral queda muy “tocada”. No ha habido heridos – no tienen mártires – ni tampoco detenidos – héroes -. Incluso han intentado, sin éxito, denunciar a la policía por detención ilegal o violar el derecho de circulación. Si se planifica correctamente, la fiscalía ha de estar avisada de la aplicación de esta táctica para evitar estas denuncias. Si sale bien, se ha vencido sin luchar.

pág. 32 “ Las unidades policiales especializadas en órden público comienzan a ser menos permisivas con las manifestaciones y concentraciones, que seguramente se producirán mientras dura el debate político. De todas formas, si el número de manifestantes fuera excesivo, quizás se podría aprovechar para dejar que durante el recorrido, se produzcan suficientes actos vandálicos como para intensificar el debate sobre el comportamiento antisocial del movimiento antisistema y permitir que la opinión pública vincule estos colectivos al fenómeno okupa.

pág. 34 “ Se deberá procurar la detención selectiva de los líderes para imputarles delitos comunes y evitar la condición de “martir” . A más protestas, más detenciones, hasta acabar con el poco soporte del que dispongan, sobre todo si comprueban los “privilegios” que se pueden conseguir con una adecuada integración en el sistema, sin renunciar a algunos de los postulados que los inspiran.“ 
  

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